lunes, 10 de marzo de 2008

Restaurante creperie y el arte de comer a base de crepes

Veamos, en algunos sitios es más atractivo atracar que en otros, de eso no hay duda. Por eso, cuando decidimos, tanto yo, el capitán, como mi audaz pareja, acudir a cenar a un lugar de la Quintana llamado Restaurante Creperie me alegré notablemente. Ahora bien, todos sabemos los que son los crepes, algo diferentes de las filloas jalejas, y me preguntaba hasta que punto se puede cenar satisfactoriamente con los mismos.
Es un lugar curioso en su estructura. Partiendo de un edificio antiguo, una escalera de madera y cables de la luz al al aire. Algo chocante. El resturante en cuestión se encuentra en el segundo piso, así que subimos y nos atendieron indicándonos la mesa que nos correspondía, previamente reservada por teléfono, cosa que recomiendo, pues al poco de llegar nosotros aquel lugar se empezó a llenar.
Miramos la carta y había una cierta variedad de crepes salados, pero yo, cauto en mi eleccion opté por algo más carnívoro. Algo con jamón, quesito y salsa de tomate. La nueces (mi acompañante) tomó algo parecido si no me equivoco pero sin salsa de tomate ni leches. No recuerdo bien los platos, pues hace tiempo que estos hechos ocurrieron, y ni siquiera me molestaré en mirarlos en la página web. El caso es que el plato de la nueces fue acertado, rico y sabroso, aunque con poca presentación. La verdad, el mío era igual con salsa de tomate por encima, y es que la presentación no es el fuerte del lugar, o eso parecía por momentos. Mi crep escondía una traición verdaderamente verdadera. La salsa de tomate tenía verduras, las que mi paladar aprecia en gran cantidad, pero el sabor era muy ácido. No le quedaba bien al crep. Además, en su interior no había solo ingredientes de origen carnívoro, había también alguna verdura. Lo peor fue el pimiento. Cada vez que le daba un bocado y llevaba este un trozo de pimiento, el crep sabía sólo a pimiento y nada más. Pimiento rojo de bote, con un sabor muy fuerte, que debo decirlo, acabó por estropear mi plato.
Estuve a punto de atravesar con mi espada a los camareros ante tal engaño, eso de poner lo que lleva el crep a medias en la carta es una farsa, que merecía un duelo en toda regla, pero la nueces, al ver la carta de postres, decidió que mejor era dejarlo para otra ocasión.
Decidimos elegir dos y compartir. Mi crep era de chocolate blanco y negro. Dulce y sensual, no hay ninguno igual. La nueces eligió, y de aquí salió su mote, un crep con dulce de leche, nata y nueces.
Todos conocemos lo rico del chocolate, así que nos gustó este crep. Sin embargo, el crep ese de las nueces, aunque delicioso, es ese tipo de postre tan dulce que después de darle un bocado no puedes comer nada más. Sin duda, ese crep era la cosa más dulce. A la nueces no le sentó bien, todo hay que decirlo. Debo describir los estados por los que pasó:
  • estado papón
  • más estado papón
  • mirada perdida
  • barriga a punto de explotar
  • rechazo al plato
  • evasión de la realidad
  • risa descontrolada
  • alteración del carácter
  • locura transitoria
  • estado papón supremo, mirada perdida, coma profundo.
El veneno de las nueces había provocado que la nueces perdiese el control, así que insistí en marcharnos, cada uno para su casa lo más rápido posible, y listo. De camino al coche siguió con el estado supremo de risa descontrolada. Sencillamente, no se encontraba bien.
Para terminar decir que la nueces llegó sana y salva a casa. El restaurante está muy bien, pero no acertamos con la elección. Y que estoy seguro de la nueces, no volverá a pedir el crep de nueces.



2 comentarios:

Unknown dijo...

la nueces... tambien ella se une al club de los gourmets????
seguro que tiene experiencias a mogollón¡¡¡

noquieroacordarme dijo...

te acuerdas de "nos gustaban a mogollón"??