viernes, 10 de octubre de 2008

viernes, 11 de julio de 2008

Buena pesca

Hay que ver, mis grumetes son unos golosos.
Con motivo de la celebración del cumpleaños del capitán, osea, yo, decidí comprar algunos productos del mar y ofrecerlos a la tripulación.
Que bien me comen los chicos, que pudieron degustar productos de la tierriña. No hubo régimen ni leches. Claro que uno de mis grumetes no desgustó demasiado que digamos, y todo porque anda con preparativos de mudanza.
Y es que el mayor de mis grumetes cambia de navío. Después de todo lo aprendido a mi cargo, como capitán le concedí su liberación, y navegará en su propia nave, mientras el destino se lo permita, con su propia tripulación.
No podremos olvidar, ni yo ni el resto de grumetes, su dedicación en el grupo.
Ahora que se va, desearle suerte, y que aumente su tripulación todo lo que pueda.

viernes, 28 de marzo de 2008

Un viaje al interior

Como gran capitán que soy, amable con mis grumetes, y elegante ante todo, invité a cuatro de ellos a una expedición de interior. Hacía tiempo que no me aventuraba por aquellos lugares salvajes, con fauna y flora diversa, si bien alguna escondida, que tan bien describía mi viejo amigo de taberna Emilio Salgari. Recordaba con nostalgia aquellos tiempos de aventuras, donde nos enfrentábamos a las más temibles fieras de las selvas. Nos gustaban especialmente esas aventuras, porque como marineros honrados que somos, pasamos largas temporadas en la mar sin pisar tierra firme. De manera que cuando se atisba la posibilidad de una caminata por un sendero, no podemos negarnos.
Mis grumetes llevaban tiempo sin pisar tierra firme, así que después de dejar el navío a buen recaudo decidí llevarlos a la sierra de los Ancares, para que disfrutasen de las alturas, y del trato amable de los lugareños que seguro nos ofrecerían, o más les valiese, porque el que aquí escribe, el Capitan Pochiman Cook no tiene ningún problema en enfrentarse en duelo con cualquiera.
El camino por el que llegamos fue duro, pero la noche ocultó algunos senderos peligrosos a nuestros ojos.
Después de hablar con la posadera, cenamos en el albergue donde nos habíamos de alojar. Había varias elecciones que si mi ya vieja mente recuerda bien eran: caldo galego o ensalada mixta de primero. Y de segundo, más variados manjares. Costilla, cordero y huevos fritos con jamón fueron los elegidos. Sólo yo me decanté por el caldo, aunque satisfactorio de sabor, muy pobre en su presentación. Seguramente los lectores, quizás algo ignorantes, pensarán qué tipo de presentación se puede esperar de un plato de caldo. Amigos míos, cualquiera que no se parezca a un plato de algas recién cogidas del mar. Algas que por cierto tomé en numerosas ocasiones en la mar cuando... creo que me desvío.
La ensalada mixta, creo que no merecería más elogio que el decir que aquel plato era una ensalada, nada más.
Hablando un poco de los segundos, parece que los huevos ganaron la disputa, probablemente tanto en sabor como en presentación, por encima de todo esta última, pues hacía de un simple plato algo muy apetecible. Así que mis grumetes masculinos acertaron. Una de mis grumetes tomó la decisión, algo increíble en ella, de tomar cordero, que no degusté pero creo que no fue nada especial. La costilla, que tanto la otra grumete como yo tomamos, no dejaban de ser costillas cocidas, sin ningún aliciente a destacar, y que por tanto no merecen más mención.
De postre tuvimos lo siguiente: fruta, yogur, tarta helada, tarta de queso, tarta de almendra, flan, melocotón y piña. Por ese orden.
Visto que no había mucha marcha en ese albergue decidí invitar también al albergue de enfrente, donde había más ambiente, para tomar unas jarras. No recuerdo bien que tomaron mis grumetes, sólo diré que mi cola cao, servido con el bote en la mesa, y nada de los modernos y aterradores sobres, fue la envidia del local.
Al día siguiente, después de un viaje agotador, mis grumetes merecían otra buena cena. No he comentado nada de la comida, pues fue campestre totalmente, ni tampoco del desayuno, unas tostadas y pa casa. De primero elegimos guisantes con bacon y creo que se repitió la ensalada. De segundo, la tentación del día anterior de los huevos con jamón llevó a repetir plato, y por otro lado lomo con patatas. Platos sencillos, que cumplieron las expectativas.
Debo decir que no hubo cenas lo suficientemente satisfactorias para nosotros, pero visto el lugar donde estábamos, lejos de la civilización, no podíamos aspirar a mucho más.
No quisiera dejar de mencionar dos aspectos de este rural. El primero es el camino al borde del desfiladero por el que visitamos las pallozas típicas de estos pueblos. Y el segundo, y el más importante, que tiene lugar con el albergue en el que habitamos, es la amabilidad de la posadera para ponerme un ventanuco que me recordase a mi camarote que tanta morriña me produjo.
Al día siguiente fuimos a Ponferrada, lugar donde alguna batalla libré en ese ahora derruido castillo.
La comida ocurrió en una casa convencional, con baño convencional, con... era sencillamente una casa convertida en restaurante y sin gastar un duro en la conversión. Por no hacer una sangría en aquel lugar al ver los precios, decidimos tomar todos unas pechugas de pollo con variadas salsas. Yo no acepté salsa, pues me encontré un poco gordo.
Poco nos gustó el sitio que fuimos a una pastelería o lo que fuese para coger algo de postre.
Este artículo abarcó algo más que aspecto culinarios. Pero creo que está justificado, debido a que los placeres del yantar en nuestro viaje fueron muy limitados. Y de todas formas, un capitán no se justifica nunca, ¡pardiez!

lunes, 10 de marzo de 2008

Restaurante creperie y el arte de comer a base de crepes

Veamos, en algunos sitios es más atractivo atracar que en otros, de eso no hay duda. Por eso, cuando decidimos, tanto yo, el capitán, como mi audaz pareja, acudir a cenar a un lugar de la Quintana llamado Restaurante Creperie me alegré notablemente. Ahora bien, todos sabemos los que son los crepes, algo diferentes de las filloas jalejas, y me preguntaba hasta que punto se puede cenar satisfactoriamente con los mismos.
Es un lugar curioso en su estructura. Partiendo de un edificio antiguo, una escalera de madera y cables de la luz al al aire. Algo chocante. El resturante en cuestión se encuentra en el segundo piso, así que subimos y nos atendieron indicándonos la mesa que nos correspondía, previamente reservada por teléfono, cosa que recomiendo, pues al poco de llegar nosotros aquel lugar se empezó a llenar.
Miramos la carta y había una cierta variedad de crepes salados, pero yo, cauto en mi eleccion opté por algo más carnívoro. Algo con jamón, quesito y salsa de tomate. La nueces (mi acompañante) tomó algo parecido si no me equivoco pero sin salsa de tomate ni leches. No recuerdo bien los platos, pues hace tiempo que estos hechos ocurrieron, y ni siquiera me molestaré en mirarlos en la página web. El caso es que el plato de la nueces fue acertado, rico y sabroso, aunque con poca presentación. La verdad, el mío era igual con salsa de tomate por encima, y es que la presentación no es el fuerte del lugar, o eso parecía por momentos. Mi crep escondía una traición verdaderamente verdadera. La salsa de tomate tenía verduras, las que mi paladar aprecia en gran cantidad, pero el sabor era muy ácido. No le quedaba bien al crep. Además, en su interior no había solo ingredientes de origen carnívoro, había también alguna verdura. Lo peor fue el pimiento. Cada vez que le daba un bocado y llevaba este un trozo de pimiento, el crep sabía sólo a pimiento y nada más. Pimiento rojo de bote, con un sabor muy fuerte, que debo decirlo, acabó por estropear mi plato.
Estuve a punto de atravesar con mi espada a los camareros ante tal engaño, eso de poner lo que lleva el crep a medias en la carta es una farsa, que merecía un duelo en toda regla, pero la nueces, al ver la carta de postres, decidió que mejor era dejarlo para otra ocasión.
Decidimos elegir dos y compartir. Mi crep era de chocolate blanco y negro. Dulce y sensual, no hay ninguno igual. La nueces eligió, y de aquí salió su mote, un crep con dulce de leche, nata y nueces.
Todos conocemos lo rico del chocolate, así que nos gustó este crep. Sin embargo, el crep ese de las nueces, aunque delicioso, es ese tipo de postre tan dulce que después de darle un bocado no puedes comer nada más. Sin duda, ese crep era la cosa más dulce. A la nueces no le sentó bien, todo hay que decirlo. Debo describir los estados por los que pasó:
  • estado papón
  • más estado papón
  • mirada perdida
  • barriga a punto de explotar
  • rechazo al plato
  • evasión de la realidad
  • risa descontrolada
  • alteración del carácter
  • locura transitoria
  • estado papón supremo, mirada perdida, coma profundo.
El veneno de las nueces había provocado que la nueces perdiese el control, así que insistí en marcharnos, cada uno para su casa lo más rápido posible, y listo. De camino al coche siguió con el estado supremo de risa descontrolada. Sencillamente, no se encontraba bien.
Para terminar decir que la nueces llegó sana y salva a casa. El restaurante está muy bien, pero no acertamos con la elección. Y que estoy seguro de la nueces, no volverá a pedir el crep de nueces.



martes, 4 de marzo de 2008

¡Señor!¡Hay una mosca en mi sopa!

Seguramente todos os acordáis de aquel cuento en el colegio, no recuerdo muy bien como terminaba pero hoy al mediodía tuvimos un momento "mosca".
En un lugar de Fray Rosendo Salvado, de cuyo nombre no quiero acordarme, y esta vez es cierto, no quiero acordarme y tampoco debo, así no le hago la puñeta al restaurante, tras comprobar que el menú del Mesón Ourense no nos satisfacía, decidimos comer hoy martes 4 de marzo de 2008.
La oferta de un menú variado con diferentes platos a elegir (o como decía una "a eligir") hizo que nos adentrásemos en el local, mesa para tres y a comer!!
El camarero nos recitó el menú: primeros: ensalada castellana, entremeses variados, tortilla rellena de lomo y el cuarto no lo recuerdo; segundos: merluza en salsa verde, pollo al ajillo, carne con patatas (esto tenía un nombre más "fisno" pero no lo recuerdo) y algo con champiñones.
Mi elección fue correcta y creo que la de Toncho también, yo, los entremeses y el pollo, salvo por las patatas que acompañaban al pollo que estaban un poco pasadas, y Toncho eligió la tortilla y la carne; no probé sus patatas pero la pinta era la misma, sin embargo, no puedo decir lo mismo de la elección de Tutunas, aunque no fue culpa suya, reconozco que tuvo mala suerte.
No fue una mosca, ojalá -pensará Tutunas mientras lee este relato- ojalá fuese una mosca, o si me apuras, ojalá fuese un ratón.
El caso es que Tutunas pidió ensalada castellana de primero y merluza en salsa verde de segundo. Pues la castellana debía de llevar varios días sin depilarse o al menos eso pensamos al ver el tamaño del pelo que había encima de la rodaja del tomate, y seguro que era de la castellana porque el camarero estaba rapado y era medio calvo. La cara de Tutunas fue un poema, no sabía si reír, si llorar, se arrepentía por momentos de su elección, y no sabía que hacer al respecto.
Finalmente, se decidió por avisar al camarero y cortésmente le dijo que si le podía cambiar la ensalada pues había un pelo en una de las rodajas de tomate.
El camarero, impasible ante tal solicitud, recogió el plato y contestó sí, pero no pidió disculpas al respecto y se dirigió a la cocina a cumplir las órdenes de Tutunas. Toncho y yo pensábamos que se había solucionado, pero de nuevo la duda nos asaltaba viendo la cara de Tutunas, la cual no sabía donde meterse puesto que se estaba imaginando a la Castellana quitando el pelo con el "dedito" (el de la hermana Bernarda) y dándole al camarero la misma ensalada destino Tutunas.
Una frase retumbaba en la cabeza de Tutunas, -tendría que haberle dicho que me la cambiase por otra cosa-, cierto es, pensé yo pero ahora te jorobas.
La ensalada regresó a la mesa y Tutunas nos miró pidiéndonos con su cara de corderito que le dijésemos,-no Tutunas nada tiene que ver esta ensalada con la anterior, son completamente diferentes- sin embargo, creo que los dos pensábamos, estos del bar o son muy cabrones y calcan las ensaladas o esta es la de la castellana pero sin el pelo, lo que pasa que no nos atrevimos a decírselo. Supongo que Toncho recordó aquellos sudores fríos en la comunión de Jorge (Celanova) y pensó que no quería volver a pasar por eso, y a mí no sé que me pasó, fui cobarde.
Como era de esperar acabamos esparciendo la ensalada entre mi plato y el de Tutunas, sin embargo Toncho, una vez acabada su tortilla picó de la misma.
Los segundos platos fueron mucho más tranquilos que el primero, a Tutunas le gustó el pescado.
De postre Toncho y yo pedimos natillas y Tutunas arriesgó nuevamente, (ya sabemos que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra). Sin embargo, a Tutunas le salió bien esta vez, y la tarta de moka (recordemos momento Marinelly y caja roja Nestlé con bombones de moka), estaba buenísima.
Ninguno de los tres tomó infusiones o café. Precio: 8,50 € c/u.

A destacar que por encima del sufrimiento al que fue condenada Tutunas casi la timan a la hora de pagar, ya que le dieron 10 euros de menos en la vuelta. Se dio cuenta en la calle, y menos mal porque como se iba a poner la cosa... ¡Tutunas, hoy no era tu día!
También me gustaría comentar que esta vez se acordó de llevar dinero pero hoy fue ella quien no quiso dejar propina.
Por cierto Toncho, FELICIDADES!! (creo que al final no te manchaste el jersey, ¿no?)

jueves, 28 de febrero de 2008

Mesón Ourense

Debido a que nuestros progenitores se ausentaron en otro de sus compromisos vacacionales de este 2008, tuvimos que acudir al mesón Ourense. Ya el día anterior, nuestro capitán, frió unas patatas y unas pechugas de pollo, previamente rebozadas en harina, huevo y pan rallado, en ese orden, y nos las sirvió junto con una ensalada relativamente completa.
Sin embargo, debido a la apretada agenda de este nuestro capitán, hoy nos tuvimos que buscar la vida y ahí fuimos a parar, al Mesón Ourense, allí coincidimos con compañeros de fatigas, no del gremio, pero en definitiva obreros como nosotros.
Los tres coincidimos en el primer plato, una tosta de jamón, tomate y aceite, exquisita la verdad, inversamente proporcional a su presentación (si la monja Bernarda la hubiese visto, ella misma hubiera maldito sobre la tosta!!) y en el segundo plato tutunas y su "colega" tomaron churrasco, quien lo diría de tutunas, vegetariana donde las haya, proverdura, anticarne y aquí la menda, dejándose llevar por el poder de convicción del camarero, un guiso de calamares con garbanzos. La fórmula de la proporcionalidad no fue tan evidente en este caso, ya que el plato era escaso en apetencia y su sabor, no desagradable desde luego, pero tampoco muy sabroso.
De postre tutunas y yo tomamos tarta de queso y el "colega" de tutunas, digo colega porque no sé como se llama, se deleitó con unas natillas, que no yayitas, las cuales no probé pero tenían una pinta estupenda. La tarta a tutunas le gustó mucho, ni una migaja dejó en el plato, la verdad estaba rica pero quizás la mermelada sabía demasiado a gelatina de fresa para mi exquisito paladar.
No tomamos café o infusiones y abonamos nuestra deuda, sin pedir factura puesto que nuestro capitán no desgrava, que si no recuerdo mal ascendió a 23,70 €.
En general estuvo bien, la relación calidad-precio es correcta y afirmo que repetiría sin dudarlo, pero en esa nueva ocasión le recordaría a tutunas que llevase dinero puesto que alegando que sólo tenía 5 euros no puso ni una moneda en la mesa y por encima le exigió a su colega una gratificación para el atento camarero, que este rechazó sin dudarlo ya que, los sueldos del capitán rozan el límite de la ilegalidad.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Sopa de caracol, uhh

Martes 20 de febrero, ¿qué hay de comer? - Sopa de caracol!!uh, wata meri consu, yumi pa ti yumi pa mi..., ¿y de cenar? más de lo mismo, pero no te preocupes que mañana además de sopa puedes tomar un plátano a la comida y otro a la cena. Pero esto no es lo mejor de todo, es que el jueves en vez del plátano podré tomar un filete. Yupi!!!!!!!!!!!!!!! Y el resto de días, hasta completar la semana jugamos con el factor sorpresa. Me pregunto si acabaré odiando tanto la sopa de verduras como la canción de sopa de caracol.
Mamá no te lo tomes como algo personal, la sopa está buena, pero no para tomar todos los días, ya sé que esto lo hago voluntariamente, esta es una forma de desahogarme.